Escapando. (Eric Black y Jess Streigh)

por **Dara Doyle** Jue Abr 22, 2010 6:34 pm

Corría, corría tanto que los pulomes parecía que le iban a explotar, ¿cuánto tiempo llevaba corriendo a esa velocidad?. Quizá segundos, quizá minutos o quizá horas. Ya no lo recordaba, lo único en lo que su mente podía pensar era en que Eric la había vuelto a encontrar y quería matarla. Qué raro, ¿verdad?. Daba igual el lugar en el que se escondiera, el nombre que se pusiera o que nadie la viera, el novio de la infancia la encontraba allí donde fuera. Pero el problema no era ese, el problema era que quería matarla. Quería disecar su cadaver para que pasase el resto de la eternedad con él y eso era algo que revolvía las tripas de la chica.

Un pie le falló y calló, ¿desde cuando los vampiros se caían?, desde que llevaban días sin comer y estaban mal heridos. Sí, con el paso de los años Eric se hacía más feroz, más sádico y más fuerte. El último encontronazo que habían tenido había sido hacía dos días y casi había acabado con su vida, menos mal que en el último momento había conseguido escapar. Un sollozo salió de sus labios, estaba cansada de huír, cansada de correr y de tener miedo. ¿Iba a pasar toda la eternidad así?. Esperaba que no o acabaría loca. Se encogió sobre si misma y se hizo un ovillo intentando calmarse. Aquí Eric no la encontraría, pero, ¿dónde era aquí?. Miró a su alrededor buscando algo familiar, en su huída no se había fijado en qué dirección había ido y ahora estaba perdida. Pero casi mejor, así seguro que el loco ese no la encontraría. Pasados unos minutos se levantó con dificultad llevándose la mano a la barriga, le dolía todo el cuerpo y debía de tener algo roto, llevaba días corriendo y necesitaba descansar.

Se pasó la mano por el pelo y se apoyó en un árbol mientras cerraba los ojos un momento. ¡Lástima que no pudiera beber agua!, con lo fácil que era crearla... Volvió a abrir los ojos y suspiró, el bosque este le daba escalofríos, era demasiado oscuro, demasiado tenebroso y lo más importante, parecía que no había vida. Se echó hacia delante y dio unos pasos tambaleantes moviendose entre los árboles con dificultad, ¿dónde había quedado su sigilo?. Quizá en el pueblo en el que Black la había machacado. Se pasó el dorso de la mano por los labios mientras su ceño se fruncía, debía de tener una pinta realmente asquerosa ya que hacía dos o tres días que ni se duchaba ni se peinaba, no había tenido un solo minuto para descansar.

Siguió caminando ente esos oscuros árboles hasta que no pudo más y se dejó caer, o al menos ese era su plan hasta que vio un claro. Luz. Una sonrisa se dibujó en su rostro y se desplazó hasta ese descampado por el que la luz se filtraba. Lo bueno de tumbarte a tomar el sol era que nunca te ponías morena, pasaras el tiempo que pasaras bajo los dañinos rayos uva. Ahora sí se dejó caer en medio de ese claro con hierba verde y mulliditas y cerró los ojos ronroneando. Una de las cosas que echaba de menos de su vida humana era dormir. A ella siempre le había gustado dormir y ahora su inmortalidad la privara de ello. Aunque siempre había que sacrificar cosas, ¿no?.

Una ligera brisa soplaba moviéndole el cabello y haciéndole olvidar. Bueno, olvidar, sacarse un poco la presión de ser una presa a punto de ser cazada. Dejar de pensar por un momento que apenas podía moverse, que tenía una sed horrible y que si Eric la encontraba la mataba. Pobre de ella, apenas tenía ciento sesenta y cinco años e iba a morir a manos de un ex novio loco que estaba obsesionada con ella hasta punto que se había convertido en vampiro para estar a su lado. Desde luego, los hombres podían llegar a ser unos completos inútiles, pesado y manipulables. Aunque eso le gustaba, le hacía sentirse poderosa, deseada.